
El Castillo del Morro en La Habana: Historia de una Fortaleza Legendaria
Por: Cuba Anuncios
Situado majestosamente en la entrada de la bahía de La Habana, el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro —conocido popularmente como “El Morro”— ha sido por siglos un símbolo de fortaleza, vigilancia y resistencia. Su silueta recortada contra el cielo caribeño ha sido testigo de ataques piratas, guerras coloniales, tensiones políticas y transformaciones sociales. La historia del Morro es, en muchos sentidos, también la historia de La Habana misma.
Orígenes y necesidad de defensa
Durante los primeros años del siglo XVI, La Habana comenzaba a adquirir importancia estratégica por su ubicación en el corredor marítimo del Caribe. Era un punto crucial para el comercio de oro, plata y otras riquezas extraídas de América, que luego se embarcaban rumbo a España. Sin embargo, esta relevancia también la convertía en un objetivo constante de corsarios y piratas. Entre los ataques más notorios están el saqueo de Jacques de Sores en 1555, quien incendió y saqueó la ciudad. Este evento dejó claro que la ciudad necesitaba defensas más sólidas.
Fue entonces cuando el rey Felipe II de España ordenó reforzar el sistema defensivo de La Habana. Como parte de esa estrategia, en 1589 se inició la construcción de una fortaleza que protegiera la entrada de la bahía: el Castillo del Morro.
Construcción y diseño
El diseño fue encargado al ingeniero militar italiano Juan Bautista Antonelli, uno de los arquitectos más reconocidos de la época en materia de fortificaciones. La construcción duró más de cuatro décadas, completándose en 1630. El castillo se levantó sobre un risco rocoso en la margen oriental de la bahía, lo que ofrecía una vista privilegiada del mar y permitía detectar embarcaciones enemigas a gran distancia.
El Morro está construido con piedra caliza y presenta una estructura irregular, adaptada al terreno. Incluye bastiones, murallas gruesas, fosos, y plataformas para cañones, lo que lo convirtió en una de las fortalezas más temidas del Caribe. Su icónico faro no fue parte del diseño original, sino que se añadió en 1845, con una torre de 30 metros de altura cuya luz aún hoy guía a los navegantes.
Defensas, ataques y la toma británica
Durante el siglo XVII y gran parte del XVIII, El Morro desempeñó un papel fundamental en la defensa de la ciudad. Desde sus cañones, se protegía el puerto y se controlaba la entrada a la bahía. Fue el corazón del sistema defensivo habanero, junto con el Castillo de la Real Fuerza y la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña.
El evento más crítico en la historia del Morro ocurrió en 1762 durante la Guerra de los Siete Años. La flota británica, con más de 50 barcos y 14,000 soldados, atacó La Habana. A pesar de la solidez del Morro y el valor de su defensor, el comandante Luis Vicente de Velasco, tras más de dos meses de sitio, los ingleses lograron ocupar la fortaleza mediante un asalto desde tierra, aprovechando la altura del terreno cercano. De Velasco murió en combate y fue posteriormente honrado por ambos bandos. Los británicos ocuparon La Habana durante once meses, hasta que fue devuelta a España a cambio de la Florida, mediante el Tratado de París de 1763.
Este episodio dejó clara la necesidad de fortalecer aún más las defensas habaneras, lo que llevó a la construcción inmediata de la Fortaleza de La Cabaña justo frente al Morro.
Funciones posteriores
Después de la reconquista española, El Morro continuó cumpliendo funciones militares, aunque con el tiempo fue adaptando su uso. Sirvió también como prisión, donde estuvieron encarcelados tanto reos comunes como figuras políticas.
Durante los siglos XIX y XX, el castillo fue modernizado en varias ocasiones. El faro fue electrificado, se restauraron las murallas y se habilitaron espacios para uso administrativo y militar. Con el paso del tiempo y el cambio en las necesidades defensivas, El Morro dejó de tener un rol activo en la protección de la ciudad.
El Morro en la era republicana y revolucionaria
Con la llegada de la República de Cuba en 1902, el castillo pasó gradualmente a formar parte del patrimonio histórico de la nación. En la segunda mitad del siglo XX, especialmente tras el triunfo de la Revolución en 1959, El Morro fue restaurado con fines culturales y turísticos.
A partir de entonces, el castillo se convirtió en uno de los sitios históricos más visitados de Cuba. En sus instalaciones se crearon museos, se colocaron piezas de artillería antigua y se ofrecieron exposiciones sobre la historia de la fortificación, las guerras coloniales y la vida cotidiana de los soldados que lo habitaron.
Tradiciones y simbolismo
Una de las tradiciones más icónicas relacionadas con El Morro es la “Ceremonia del Cañonazo de las 9”, que tiene lugar cada noche en la vecina Fortaleza de La Cabaña, pero que evoca la época colonial, cuando el disparo del cañón desde el Morro marcaba el cierre de las puertas de la ciudad amurallada.
El Morro también se ha convertido en símbolo visual de La Habana y de Cuba en general. Su imagen aparece en postales, cuadros, películas y literatura, evocando tanto el pasado glorioso como el misterio de los siglos vividos en piedra.
El Morro en la actualidad
Hoy, el Castillo del Morro es parte del Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, gestionado por el Estado cubano. Se ha conservado con esmero y es considerado Monumento Nacional. Su faro continúa operativo, y sus vistas panorámicas son unas de las más impresionantes de La Habana.
En su interior, el visitante puede recorrer túneles, cuartos de artillería, mazmorras, miradores y salas museísticas. También se celebran eventos culturales y ferias, que conectan el pasado con el presente.
Conclusión
El Castillo del Morro no es solo una obra maestra de la ingeniería militar del siglo XVI, sino también un testigo inquebrantable del devenir histórico de Cuba. Su resistencia frente al mar, los ataques y el tiempo, lo convierten en símbolo de la perseverancia y la identidad habanera. Visitar El Morro es adentrarse en una narrativa de coraje, estrategia y belleza atemporal, que sigue viva en cada piedra y en cada historia contada a la sombra de sus muros.
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